La cadena de supervivencia hace honor a su nombre en cuanto a que es un proceso que permite salvar una vida en caso de parada cardíaca, que es la principal causa de muerte en España. Sufrir esta clase de accidente cardíacos pone en riesgo de muerte a la persona, que necesita ser atendida lo antes posible. Los primeros minutos son cruciales para que se pueda superar exitosamente este percance y se eluda de la mejor manera posible las repercusiones más graves.
Por tanto, aplicar con solvencia estas maniobras puede salvar una vida. Se trata de una formación que no es compleja, unos conocimientos que requieren tranquilidad por parte de quienes los ejecuta en busca de revertir los efectos de una parada cardiorrespiratoria. Estas son las fases que componen esta cadena de supervivencia y cómo llevarlas a cabo a fin de atender de la mejor manera posible a quien lo padezca.
La cadena de supervivencia describe los pasos fundamentales que son necesarios para tratar una emergencia en la cual peligra la vida de la víctima, por ejemplo, un ataque cardíaco, paro cardíaco, accidente cerebrovascular y obstrucción de las vías respiratorias por un objeto extraño. Los eslabones de esta cadena de supervivencia son los siguientes:
Reconocer emergencia y activación temprana del sistema de respuesta de emergencia 112.
RCP temprana para ayudar a la circulación al corazón y al cerebro hasta que se restablezca la actividad cardíaca normal.
Desfibrilación temprana para tratar el paro cardíaco causado por fibrilación ventricular (FV) o taquicardia ventricular sin pulso (TVsp).
Atención avanzada temprana por parte del Servicio de Emergencias Sanitarias y del personal hospitalario.
El primer eslabón, el acceso temprano al sistema de respuesta de emergencia, implica reconocer de manera temprana la emergencia cardíaca y notificar inmediatamente al personal de rescate a través del sistema telefónico universal 911 (u otro número de emergencia), así como por medio de un sistema interno de alerta dentro de establecimientos específicos para que den origen a una respuesta por parte del personal capacitado y equipado.
El segundo eslabón, la RCP temprana, constituye un conjunto de medidas que el rescatista lleva a cabo en secuencia para evaluar y sostener las vías respiratorias, la respiración y la circulación.
El tercer eslabón, la desfibrilación temprana, es la aplicación de una descarga al corazón para revertir el ritmo cardíaco de la fibrilación ventricular al ritmo cardíaco normal.
El cuarto eslabón, la atención avanzada temprana, se relaciona con la respuesta del personal del SME prehospitalario (paramédicos), altamente capacitado y equipado, que pueda atender al paciente y administrarle medicamentos, practicarle procedimientos avanzados en las vías respiratorias, además de llevar a cabo otras intervenciones y protocolos, antes de que el paciente llegue a una institución de atención avanzada.
Sin embargo, para que el paciente tenga la mayor probabilidad de sobrevivir a un paro cardíaco fuera del hospital, la RCP y la desfibrilación temprana se le deben aplicar antes de los primeros 4 minutos de sucedido el paro cardíaco (la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) recomienda 3 minutos), seguidas de soporte vital avanzado dentro de los primeros 8 minutos después del paro.